Los dos gobiernos del ex Presidente Piñera tuvieron como particularidad la ausencia de un proyecto político que involucrara a los partidos de su coalición. Fue extraordinariamente efectivo en alcanzar el poder dos veces sin contrapesos relevantes dentro de su bloque, pero nunca pareció tener un plan para que la centroderecha siguiera en el poder. En el caso del Presidente Boric, esto es muy distinto. La búsqueda por consolidar el proyecto político que él representa será un eje central de su gestión, por lo que su rol como jefe del Poder Ejecutivo será tan relevante como su rol de jefe de coalición. En este ámbito, se puede intuir que el Presidente tendrá dos grandes objetivos: proyectar al Frente Amplio como coalición dominante, y unir a la izquierda con su bloque como eje central.
El equilibrio entre estos objetivos es frágil, y su inclinación por uno u otro marcará en gran medida la moderación o radicalidad de su mandato. Para ser la coalición dominante, le serán más funcionales las ideas progresistas moderadas que le permitieron saltar de un desempeño mediocre en la primera vuelta al éxito en la segunda. Para unir a la izquierda, una necesidad inmediata para impulsar su agenda en el Congreso, las ideas progresistas moderadas deberán dar espacio a otras más radicales. El primer objetivo lo acerca a capitalizar el potencial del Frente Amplio, el segundo le ayuda a conservar su base de apoyo.
Boric gobernará en un contexto de fuerte reordenamiento en las fuerzas políticas, un escenario lleno de oportunidades para un conglomerado joven como el FA, que pese a haber ganado la presidencia no ha alcanzado su máximo potencial y cuenta con figuras de gran proyección y ambición, en una escena en que los liderazgos no abundan. Pero su punto de partida es una coalición todavía en formación, tensionada por una izquierda radical, con 12 partidos y movimientos más varios independientes en cargos de confianza, en que ningún partido tiene más del 15% de los cargos entre ministros, subsecretarios, y delegados presidenciales y provinciales. Además de la dispersión ideológica y programática, el problema de las coaliciones de múltiples partidos es que, incluso los que logran mucho poder, logran poco, lo que tiende al desorden y el fraccionamiento.
En los últimos años, el Presidente Boric ha encontrado su fuente de mayor éxito en los giros hacia la moderación, cuyos principales hitos son haber adherido al Acuerdo por una Nueva Constitución en 2019 —contra la opinión de buena parte de su sector—; su triunfo en la primaria frente al candidato del PC, y su cambio de estrategia en la segunda vuelta presidencial. El desafío de Boric como jefe de coalición estará en convencer a la izquierda de que esa es la vía para consolidar una alternativa de poder duradera. Esto, a la vez, contribuiría a un horizonte de mayor estabilidad y desarrollo para Chile. Para lograrlo necesitará partir por darle un sello moderado a su reforma tributaria; que pese a ello siga representando un Gobierno de cambio y que esta línea le permita mantener un buen nivel de apoyo popular, reduciendo así la relevancia de la izquierda más extrema.
Recuadro
‘El problema de las coaliciones de múltiples partidos es que, incluso los que logran mucho poder, logran poco, lo que tiende al desorden y el fraccionamiento’.
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